Los Mayas

Matrimonios y otros recursos políticos

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Como quiera que haya sido, tras esta batalla, la región central del Petén experimentó un gran reacomodo de fuerzas, en el cual quedaría de manifiesto que los juegos estratégicos mayas disponían de recursos más sutiles que la confrontación militar directa. El todopoderoso rey de Kaanu’ul —quizá apremiado por el advenimiento de su vejez inminente— se aprestaba a dar un par de lecciones en tal sentido. En primera instancia, envió a una de sus hijas al sitio de La Corona (Saknikte’) para reforzar los antiguos lazos antiguos entablados allí por la dinastía de la serpiente. De acuerdo con el texto de un extraordinario altar sustraído de este sitio —que después emergería en un museo de Dallas— una «segunda mujer» en la línea dinástica de Kaanu’ul haría su arribo a La Corona en mayo de 679, a fin de desposar al gobernante local K’inich Yook. El matrimonio real tendría entonces un vástago, llamado Janaahb’… K’inich —nieto de Yuhkno’m el Grande—, quien eventualmente llegaría al trono. El raro título étnico que emplea —Sak Wahyis o ‘Coescencia Espiritual Pura’, de fuertes connotaciones sobrenaturales— resulta idéntico al que usarían reyes contemporáneos de Uxul, subordinados también a Yuhkno’m el Grande y al parecer fuertemente vinculados con el linaje de La Corona-Saknikte’.

Tan sólo un año más tarde, en 680, Yuhkno’m el Grande adquiere el venerable título glífico de «señor de los cinco k’atunes» (ho’ winikhaab’ ajaw), adjudicable sólo a aquellos que rebasan los cuatro k’atunes de vida, es decir, los setenta y ocho años de edad (cuatro veces 20 x 360 días). Así se lo menciona en el sitio de Hix Witz —locación que quizá corresponda a la acrópolis de Pajaral, ciento treinta y siete kilómetros al suroeste de Calakmul—, donde tiempo atrás el rey local Janaahb’ Ti’ O’ se había convertido en uno más de sus vasallos. Ese mismo año de 680 sobrevendría una nueva confrontación protagonizada por Caracol-Uxwitza’ y Naranjo-Wakab’nal, cuyo longevo rey K’ahk’ Xiw Chan Chaahk había logrado poner su ciudad nuevamente en orden, desde su distante entronización, treinta y seis años atrás, tras las catastróficas derrotas sufridas por su predecesor. Esta vez, Caracol sería el gran perdedor. K’ahk’ Ujo’l K’inich se vio forzado a huir, refugiándose posteriormente durante sesenta días para evitar su muerte —tal vez en el sitio fortificado de La Rejolla, a doce kilómetros de allí—. En contraste, el triunfante K’ahk’ Xiw Chan Chaahk parece haber ordenado el traslado a Naranjo de un valioso trofeo de guerra: la magnífica escalinata jeroglífica producida por el rey K’an II de Caracol.

Altar de piedra preservado en el Museo de Arte de Dallas. Muestra imágenes de la llegada de princesas de la dinastía de serpiente Kaanu’ul a bordo de elaboradas literas-palanquín al sitio subordinado de La Corona-Saknikte’. Dibujo de Linda Schele.

Desde la óptica de Calakmul, tal batalla dejó como saldo un Naranjo independiente y hostil hacia su aliado de Caracol. La nueva situación no encajaba en absoluto dentro de los cálculos de Yuhkno’m el Grande. Era necesario formular un nuevo plan que atrayese de nuevo a Naranjo bajo su control, para lo cual recurrió nuevamente a su vasallo en Dos Pilas, B’ajlaj Chan K’awiil —cuya lealtad estaba para entonces fuera de duda—. La suerte estaba echada. En 9.12.10.5.12 (30 de septiembre de 682), los textos glíficos registran la «llegada» de una princesa de Dos Pilas —una de las hijas de B’ajlaj Chan K’awiil— a Naranjo: la princesa Wak Chan Lem. El libreto que debía seguir a pie juntillas provenía de puño y letra de Yuhkno’m el Grande —auxiliado seguramente por su aliado, y quizá también por Garra de Jaguar, a la sazón con treinta y tres años cumplidos—: Wak Chan Lem fundaría allí un nuevo linaje y prepararía el terreno para dejar en el trono a un lacayo de Calakmul —haciéndonos recordar el envío de la joven Batz’ Ek’ a Caracol en tiempos de Serpiente Enrollada—. De inmediato, la recién llegada Wak Chan Lem comenzaría a ejercer un grado de autoridad y control en Naranjo como pocas veces visto, mandándose retratar en múltiples monumentos, mediante los cuales conmemoró coyunturas calendáricas importantes y ritos dinásticos fundacionales. Como muestra de su fiero temperamento, es mostrada en el acto de capturar guerreros enemigos —con una gallardía envidiable incluso para sus émulos varoniles—. Sorprendentemente, la misma fecha de su arribo a Naranjo es registrada en un sitio increíblemente distante: Cobá, la megalópolis del noreste de Quintana Roo, cercana a las paradisiacas costas del Caribe mexicano, aunque a más de cuatrocientos kilómetros al norte de Naranjo, lo cual nos sugiere que el mundo maya pudo haber tenido un grado de interconexión mucho mayor de lo que generalmente admitimos.

Mientras tanto, ¿qué ocurría en Tikal? Tras la derrota sufrida a manos de Dos Pilas en 679, la ciudad permaneció sumida en el caos durante los tres años siguientes. Sorprendentemente, esta vez le tomaría menos tiempo recuperarse. Un factor clave para ello fue que la línea dinástica de Mutu’ul no se rompió. Por el contrario, uno de los hijos de Nu’un Ujo’l Chaahk pudo reclamar su legítimo derecho al trono en 682. Su nombre fue Jasaw Chan K’awiil, y su mente parece haber estado desde entonces obsesionada con la idea de cobrar venganza en contra de su némesis: la dinastía de la serpiente, Calakmul, Yuhkno’m el Grande y toda su progenie, en una cruenta cadena de conflictos destinada todavía a extenderse por varias generaciones más.

Bajo la égida del dinámico Jasaw Chan K’awiil, Tikal pronto comenzaría a recobrar parte de la gloria perdida del Clásico temprano. Su propia fecha maya de entronización en 9.12.9.17.16, 5 Kib’ 14 Sotz’ (6 de mayo de 682) parece haber sido cuidadosamente elegida para coincidir con el 308.° aniversario de la llegada al poder del gran Búho Lanzadardos Jatz’o’m Ku’ —que pudo haber ocurrido en la propia ciudad de Teotihuacán—. Así, el flamante rey de inmediato retomó los símbolos de prestigio que habían estado vigentes siglos atrás, cuando su metrópoli jugó un papel crucial dentro del nuevo orden emanado del México central. En efecto, Jasaw Chan K’awiil mandó que se glorificara la memoria del imperio perdido de Jatz’o’m Ku’, su lugarteniente Sihajiiy K’ahk’ y su hijo Yax Nu’un Ahiin, con quien Jasaw Chan K’awiil bien pudo guardar algún distante vínculo sanguíneo.

Retrato esculpido del rey Jasaw Chan K’awiil en la cúspide de la gloria. Estela 16 de Tikal (711 d. C.). Dibujo de William R. Coe en Tikal Report No. 33 Jones y Sattertwaite Fig. 22.

En el otro extremo del tablero de ajedrez, el 6 de abril de 686 sobreviene el esperado cambio de poderes en Calakmul, que asumimos como resultado de la muerte natural de Yuhkno’m el Grande, aunque los textos glíficos no son explícitos al respecto. Asciende entonces al trono su sucesor directo —seguramente su propio hijo— Yuhkno’m Yich’aak K’ahk’ (‘Garra de Jaguar’). Existen pocas dudas de que Garra de Jaguar había tenido una importante participación, entre bastidores, en asuntos clave de gobierno, desde que la salud de Yuhkno’m el Grande comenzó a menguar algunos años atrás, aunque siempre honraría la memoria de su imponente predecesor, al tiempo que buscaría vincularse directamente con él. Para tal fin utilizó el título de «sucesor de K’awiil». K’awiil es el nombre del dios del relámpago, aunque aquí se emplea como un nombre de pila local para referirse a Yuhkno’m el Grande.

De inmediato, el nuevo rey serpiente de Calakmul se pone manos a la obra. Ciertamente no carecía de oficio político, pues logró preservar en gran medida la vasta red de alianzas políticas y militares entretejida por Yuhkno’m el Grande, incluyendo las lealtades de B’ajlaj Chan K’awiil en Dos Pilas y K’inich B’ahlam en El Perú-Waka’. Ambos reyes parecen haber sido invitados a la gran ceremonia de entronización de Garra de Jaguar en la antigua acrópolis de Chihknaahb’, tras lo cual mandarían consignar la fecha exacta de este suceso en sendos monumentos esculpidos dentro de sus respectivas ciudades.

En 692 tiene lugar la primera celebración de final de k’atun dentro del mandato de Garra de Jaguar, quien erige en Calakmul las estelas 79 y 105. Otros gobernantes hacen lo propio en los sitios de El Palmar y Edzná —al parecer afines aún a Calakmul—. Para entonces, el trono de Edzná había quedado en manos del hijo de Janaahb’ Yok K’inich, quien se manda retratar triunfante, posando sobre un cautivo atado procedente de un sitio identificado como Kob’a’, que tal vez podría corresponder al distante sitio de Cobá mencionado anteriormente. Es posible que en la misma u otra confrontación contra Kob’a’ hayan participado también fuerzas de Uxul, ya que la captura de un guerrero de alto rango que ostenta un emblema similar al de Uxul quedó consignada en un tablero jeroglífico, que después sería descubierto por el proyecto arqueológico de Cobá.

Un año más tarde, en 693, ocurriría un suceso singular, cuando un infante de cinco años de edad, llamado K’ahk’ Tiliw Chan Chaahk, sería entronizado como rey de Naranjo-Wakab’nal. Por encima de él se encontraba una cuádruple cadena de mando, comenzando por su madre Wak Chan Lem —quien a todas luces debió seguir ejerciendo el control real de la ciudad—, sometida evidentemente a la autoridad de su padre, B’ajlaj Chan K’awiil de Dos Pilas, a su vez vasallo del rey de Kaanu’ul, Garra de Jaguar. Por su parte, este último no hacía sino cumplir con una de las últimas voluntades del difunto Yuhkno’m el Grande —su antecesor y probable padre—. El propio K’ahk’ Tiliw Chan Chaahk nos aclararía posteriormente tan embrollada situación, haciendo gala de simplicidad al autodenominarse «vasallo de Yuhkno’m Yich’aak K’ahk’» en uno de los monumentos que mandaría erigir en su ciudad.

De esta forma, Calakmul se allegó nuevamente el control de Naranjo, sin necesidad de recurrir a la violencia, ilustrándonos mucho con ello sobre cómo se entretejían las complejas redes del poder urdidas por los grandes reyes de hace mil trescientos años, en lo que hoy son las densas selvas de Campeche y del Petén central. Yuhkno’m Yich’aak K’ahk’ (Garra de Jaguar) gozaba de una perspectiva privilegiada del mundo maya, sobre todo cuando ascendía los cincuenta y cinco metros de su fabulosa pirámide en el corazón de Calakmul, milimétricamente orientada por incomparables arquitectos a fin de que sus amos pudiesen admirar, a través de cuarenta kilómetros de un verde mar de selva tropical, la inmensa mole de La Danta, la acrópolis de los legendarios reyes preclásicos de El Mirador, gloria y símbolo de sus ancestros. Así, mientras contemplaba el ilimitado horizonte del Petén hacia el sur, sin duda debieron preocuparle las inquietantes noticias que recibía de boca de sus múltiples emisarios y espías, sobre el resurgimiento de un Tikal-Mutu’ul fuerte y poderoso y un imponente rival llamado Jasaw Chan K’awiil. ¿No sería preferible intentar frenarlo ahora, antes de que se volviese demasiado formidable?

Sus planes en Naranjo seguían en marcha. Tan sólo veinte días después de instalar al infante K’ahk’ Tiliw Chan Chaahk en el trono de Naranjo, su temperamental aliada Wak Chan Lem da inicio a una de las más ambiciosas campañas de conquista de las que tenemos noticia. En primera instancia ataca las desconocidas localidades de K’inichil Kab’ y Tuub’al. En esta última, el botín de guerra parece haber incluido a una princesa de noble estirpe, llamada Unen B’ahlam, a quien la señora Wak Chan Lem capturó con la intención de casar posteriormente con el joven rey —seguramente su hijo— K’ahk’ Tiliw Chan Chaahk. Ello no impidió que su cólera incendiara Tub’aal, como preludio a una ambiciosa escalada de hostilidades que progresaba en fatal crescendo hacia el desenlace culminante de la conspiración orquestada por Calakmul y Dos Pilas: Wak Chan Lem debía ahora atacar a Tikal.

Gracias a su reciente cadena de victorias, el gobierno militarista de la dama de hierro de Naranjo, Wak Chan Lem —y su infantil rey K’ahk’ Tiliw Chan Chaahk— vivían un momento de singular confianza. Así, el 1 de febrero de 695, quizá a instancias del propio Garra de Jaguar, deciden medir sus fuerzas contra las de Tikal, en una localidad intermedia llamada K’an T’ul (‘Lugar del Conejo Amarillo’). Dentro del gran teatro de guerra en que se había convertido para entonces el Petén central, este incidente parece haber sido más una escaramuza para tantear al enemigo que un choque frontal y directo, pese a lo cual la señora Wak Chan Lem se alzaría con una gran victoria, al capturar a un señor de Tikal llamado Sihajiiy K’awiil. Claramente, este revés no significó grandes pérdidas para Tikal, pero debió encolerizar en grado extremo a su rey, Jasaw Chan K’awiil, quien desde entonces parece haber puesto especial cuidado en engrosar su ejército a su máxima capacidad, con miras a la siguiente confrontación, la cual no tardaría en llegar, y alcanzaría niveles pocas veces vistos.

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