Los Mayas

El Preclásico

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Llegamos así a un umbral, detrás del cual quedan la era prehistórica y sus períodos Lítico y Arcaico. Hacia adelante se avecina un nuevo horizonte, el del período Preclásico (h. 2000 a. C. - 250 d. C.). Su milenaria extensión nos exige dividirlo en tres partes. A saber, el Preclásico inferior o temprano, el medio y el superior o tardío. Estamos ante un momento decisivo, pues fue a través del Preclásico cuando surgieron y se desarrollaron muchas de las manifestaciones culturales que asociamos con las más altas culturas de Mesoamérica. Una vez traspuesto este parteaguas, podremos comenzar a hablar ya de grupos mayas, aunque tal término fuese desconocido para ellos mismos, y no dejaría de serlo sino hasta quince siglos después, cuando los europeos comenzarían a usarlo en Yucatán de forma harto generalizadora.

Los mayas y sus precursores de la antigüedad —que apenas comenzaban a diferenciarse— atesoraban en su memoria colectiva el recuerdo de una época previa al advenimiento de la agricultura. Recordaban un entorno salvaje, peligroso, plagado de fieras criaturas y malignos demonios, pero también de abundantes especies de carne de caza, frondosos árboles rebosantes de fruto y exuberante vegetación, donde anidaban las más exóticas aves. Escenas de este tipo aparecen en algunas de sus más antiguas imágenes, como aquellas pintadas en un mural de San Bartolo, Guatemala, en donde una figura ancestral surge de una cueva inmersa en la naturaleza más salvaje (metáfora de una época de cazadores-recolectores), que contrasta con el ordenado mundo del culto al dios del maíz, símbolos de la nueva comunidad que abraza los beneficios de la agricultura.

Escena de un plato de cerámica Estilo Códice, Cuenca de El Mirador (Clásico tardío). El mito del renacimiento del dios del maíz desde el interior de la Montaña de los Sustentos, representada por una enorme tortuga cuyo caparazón es quebrado por los dioses de la lluvia que flanquean la escena. Dibujo de Linda Schele.

El cómo la humanidad logró trascender de una etapa a la otra es descrito por los mayas en el mito del origen del maíz: En los albores del mundo actual, los hombres sufrían por la escasez de alimentos, y decidieron rezar al señor de las montañas (también dios de la lluvia), quien intercedió por ellos para liberar los preciados frutos encerrados en el vientre de la Montaña de los Sustentos, partiéndola por la mitad tras arrojarle un relámpago con su prodigiosa hacha de serpiente. El dios de la lluvia dijo entonces a los hombres —con voz potente como el trueno— que con esa planta iban a vivir, que la sembraran y él se ocuparía de regarla. Así es como llegó el maíz al mundo y por ello la gente de la creación actual —posterior a la previa arrasada por un diluvio— es gente de maíz y de maíz es su carne. Existen muchas versiones de este mito —que pronto conoceremos más a fondo, pues nos resulta fundamental para penetrar el pensamiento maya y de buena parte de Mesoamérica.

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